miércoles, 3 de noviembre de 2010

Se ha extinguido la población de osos autóctonos del Pirineo

Francia y España consiguen que desaparezca totalmente la población de osos autóctonos de las montañas Pirenaicas.

Después de treinta años de trabajos de seguimiento de la población osera pirenaica y de la aportación de decenas de millones de euros, supuestamente para beneficiar a los osos, en las montañas pirenaicas ya no vive ningún oso de origen autóctono.

Con esta situación se da fin al quizás mayor fraude cometido basándose en la conservación de la biodiversidad en Europa.

Camille, era el último oso autóctono que sobrevivió hasta este último invierno en Pirineos. Enfermo y de una edad avanzada, se da formalmente por muerto, tras varios meses sin poder ser localizado por los numerosos miembros de los equipos de vigilancia del oso en los Pirineos.

Durante los últimos treinta años, la población de osos que habitaba las montañas pirenaica desde hace miles de años, ha ido decreciendo paulatinamente. Sin embargo, este proceso de extinción, ha ido acompañado de la aportación de recursos económicos a un nivel extraordinario. Decenas de millones de los antiguos francos franceses, de las pesetas españolas y actualmente de euros han sido destinados supuestamente a intentar evitar la extinción de los osos autóctonos.

Sin embargo, el Gobierno de Francia y el Gobierno de España primero y posteriormente los Gobiernos de las Comunidades Autónomas de Navarra, Aragón y Cataluña, han aplicado estrictamente los protocolos de garantía para la extinción del oso, basados en la aplicación de una política generosa de distribuir recursos económicos entre la sociedad implicada, pero evitar cualquier actuación de conservación de la especie en el territorio.

Este hecho, puede calificarse sin duda alguna, como uno de los mayores fraudes cometidos en Europa hacia la conservación de la biodiversidad, tapada parcialmente con un inesperado éxito de la reintroducción de osos procedentes de otros países de Europa.

Sin embargo, no es posible obviar, que la reintroducción de los osos en los Pirineos procedentes de Eslovenia, obedeció en su día a una estrategia planificada por instituciones turísticas francesas, que pretendían desarrollar una campaña de promoción turística.

Por ello, el biólogo norteamericano Tony Clevenger, rechazó dirigir el proyecto de reintroducción, considerándolo un fraude, ya que la intención era una vez liberados los ejemplares, el recluirlos a una reserva cerrada donde sirvieran de atractivo turístico.

Sin embargo, das las características de las montañas pirenaicas y la capacidad de adaptación de los osos, una vez liberados, tuvieron capacidad de adaptarse al medio, truncando las expectativas iniciales y dando lugar a un proceso de reintroducción traumático que ha condicionado serias disputas sociales en los Pirineos.

Actualmente, las expectativas recuperación de los osos pirenaicos están basadas únicamente en la capacidad de supervivencia de los ejemplares liberados, que han conseguido reproducirse. Pero el principal temor para alcanzar verdaderamente la supervivencia de los osos se encuentra en el posicionamiento político de Comunidades como Navarra o Aragón sin planes específicos de conservación de la especie.

Francia, ha decidido limitar las nuevas reintroducciones a la suelta de un solo ejemplar hembra en el núcleo más occidental de los Pirineos, evidentemente insuficiente para garantizar la variabilidad genética de los osos de un territorio, condicionándola entonces a medio y largo plazo al fracaso reproductor y por tanto a la extinción.

Resulta por tanto insólito que desde la Unión Europea o desde el Estado Francés y las Comunidades Autónomas que poseen osos en el Pirineo, se haga alarde continuado de la aportación de recursos económicos valorados en millones de euros, destinados al mundo del oso, cuando las posibilidades de supervivencia vuelven a ser las mismas que hace treinta años y que llevaron finalmente a la extinción de los osos autóctonos.

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